Más de la mitad de la superficie de Tenerife son zonas protegidas gestionadas por el Cabildo de nuestra isla, siendo el mayor área protegida el que corresponde a la extensa Corona Forestal. Esta zona viene a extenderse en toda el área que rodea al Parque Nacional del Teide, en su mayoría ocupado por pinar canario, pero también en las zonas más bajas por monte-verde o monte-bajo, desde una cota aproximada de los 1.000 metros de altitud (o menos en algunas partes) hasta encontrar la linde del propio Parque Nacional.

La Corona Forestal está recorrida por más de 2.000 kilómetros de pistas catalogadas (y unos cuantos kilómetros más sin catalogar). Y esto sin tener en cuenta a los senderos. En muchas de estas pistas no está permitido circular con vehículos a motor, solo en las señalizadas, pero sí podemos circular en bicicleta, andar en caballo -salvo prohibición expresa en determinadas zonas muy sensibles- o usar los pies que la evolución nos ha dado para hacer trekking o trail running.

Esta red de pistas están ubicadas en su mayoría en el norte de Tenerife, entre El Rosario y Santiago del Teide. Podrías ir desde Las Raíces, en La Esperanza y, después de algo más de 80 kilómetros sin pisar el asfalto -salvo de manera anecdótica, llegar al Chinyero y desembocar en el municipio santiaguero o, incluso, poner rumbo a Vilaflor o a San Miguel de Abona.

La red de pistas en el sur de la isla está más limitada. Muy pocas atraviesen la isla perpendicularmente a excepción de la Pista General de Arico. La gran diferencia entre norte y sur es que allí las pistas son “de subir y bajar” mientras que en los municipios norteños las alternativas de recorridos perpendiculares que van de un municipio a otro son prácticamente inagotables.